lunes, 16 de diciembre de 2013

Muddafuckers

Second Battle of the Virginia Capes; Battle of the Chesapeake por V. Zveg


Mi actitud sobre la reforma energética del país fluctúa entre un ingenuo escepticismo y un completo pesimismo. Imagino una flotilla de piratas corporativos merodeando las costas del país en atuendos del siglo XVII inspeccionando los litorales con sus catalejos extensibles, sable, celular y laptop en mano; ondeando la bandera negra estampada con la muerte. Mientras los almirantes divisan a lo lejos, la tripulación prepara informes, compara estudios geológicos, estrategias de exploración, redacta contratos, hace alianzas y diseña reformas de la mano con sus aliados en tierra. Los cañones se limpian, cargan, y disparan contra la última barrera legislativa que los separa del completo dominio del quinto productor de petróleo más grande del mundo. Todo este arduo trabajo con el único fin de preparase para el saqueo de sus vidas, justo-a-tiempo, en la cúspide petrolera y como parte importante de una gran estrategia geopolítica orquestada por el complejo militar industrial angloamericano afrontando el arribo de China al escenario de superpotencia global.

Me gustaría creer que esta reforma se traducirá en beneficios tangibles para todos los mexicanos, como lo proponen nuestros representantes en el senado y sus cálidos spots publicitarios, pero francamente lo dudo. El “qué y cómo” ganamos los mexicanos con estas reformas simplemente no se delinea con claridad. La idea que nos han vendido para impulsar la reforma es la de Pemex como el arquetipo de la corrupción e ineficiencia, empresa sordomuda, retrasada, sin "capacidad técnica" para la exploración o refinamiento; caja chica del gobierno y su poderoso sindicato. Cierto en gran medida, ya que no se pueden explicar fenómenos como la familia Romero Deschamps de otra forma. Sin embargo, aun con semejantes lastres, Pemex permite financiar al gobierno. ¿Qué porcentaje del presupuesto gubernamental proviene de los impuestos generados por Pemex? Según el Wall Street Journal, equivalen a un tercio de sus ingresos. ¿Se podrá sostener el gobierno a sí mismo sin ese vital tercio de ingresos? Resulta difícil de creer que el vacío que deja Pemex será llenado gravando a la población, sobre todo cuando la tasa de informalidad es del 59%. Entonces, ¿Qué hacer cuando el presupuesto no es suficiente? –Recortes presupuestarios-. Es decir que los precarios servicios de salud y educación, vitales para millones de mexicanos, serán afectados. La ola de privatizaciones apenas comienza.

A Pemex lo han desahuciado sistemáticamente hasta suponer que la única medicina viable es la “apertura”, como dicen los políticos, al robo corporativizado. Pemex, el motor de la política social en la era de Lázaro Cárdenas, lo han descompuesto a propósito. Me gustaría saber por ejemplo, que porcentaje del presupuesto generado por ventas de petrolero se designó a la investigación y desarrollo en los últimos treinta años, para combatir precisamente al atraso del cual se le acusa. En México, solo se gasta 0.37% del producto interno bruto para la investigación según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En perspectiva, el promedio general de los países industrializados como Estados Unidos, Alemania, Israel y Japón invierten un porcentaje superior al 2.5%. ¿Que acaso no es obvio que la inversión en el desarrollo técnico y científico genera progreso económico? Esta inadvertencia fue diseñada, primero para carcomer, oxidar y debilitar a Pemex y así poder transferirla a manos privadas. Los arquitectos de este proyecto son la clase política y oligarquía empresarial nacional e internacional, con una lógica neo-liberal probada en multitud de naciones. Solo que esta vez no hay escandalosos cuartelazos como en Chile de los setentas, ahora hay elecciones "democráticas". La estrategia es cautelosa debido a nuestra cercanía geográfica con los Estados Unidos. La terapia del shock, esta vez fue dosificada para evitar primeramente una revuelta popular que potencialmente podría ocasionar la migración de millones de mexicanos a nuestro vecino del norte, de un solo golpe. Esos mexicanos, potenciales migrantes, ya no serían considerados “ilegales” como son los actuales migrantes. Sino que serían refugiados de guerra, y los posicionaría en una categoría migratoria distinta, sujeta a diferente política.

México no se ha diversificado para mitigar el riesgo y separarse de su adicción a los petrodólares. No existe ninguna plan de desarrollo social que tenga sentido y permita acortar la brecha entre clases y suponga algún tipo de progreso. Al contrario, como comenta el propio Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, “este gobierno acabará con el estrés de la clase media: lo dicho ya, la bajará de golpe”. El secretario aclaro: “Al mismo tiempo que pagan más impuestos [refiriéndose a la clase media], no les aumentaremos los servicios de seguridad, ni de otra índole, ni ejerceremos controles a los ricos, de manera que la clase media quede atrapada entre los empresarios, la clase criminal y la clase política, pagando a unos y a otros buena parte de sus ingresos, hasta la gran meta propuesta. Es decir, que se vuelvan pobres.” Bienvenido al México feudal, cortesía de nuestros representantes. 

¿Qué pasara con México? Irónicamente, creo que el crimen organizado seguirá sirviendo como una especie de zona de amortiguamiento económico para un sector de la población. Una nueva generación de oligarcas nacerá y prosperara. Misma que, después de las privatizaciones, exprimirá las ganancias aumentando los precios y creando falsa escasez. Enron, fue una gran escuela para lograr un retorno de inversión acelerado, piensa en la crisis eléctrica californiana. Mientras tanto, el pequeño y mediano comerciante, los profesionistas independientes, y empleados tendrán que buscar nuevas e ingeniosas maneras de evadir impuestos.  Además de pagar por su propia seguridad, educación, y tratamiento contra el cáncer. Cáncer provocado por el benceno filtrado en los mantos freáticos por el proceso de fracturación hidráulica en la extracción de gas natural. El gas natural, por cierto, es la gran recompensa que divisaron los bucaneros.

La película de Gravity, de Alfonso y Jonás Cuarón, retrata perfectamente nuestra situación nacional. Estamos atrapados entre la vida y la muerte. Se nos acaba el oxígeno y no podemos escapar, no hay otra nave que podamos abordar. Las pequeñas acciones que tomamos como individuos, la imagen del tornillo flotando, se multiplican y amplifican gracias a la gravedad. Sucesos aparentemente desconectados convergen en una reacción en cadena, orbitan a nuestro alrededor y nos golpean justo cuando pensamos en la salvación. No nos intoxiquemos a nosotros mismos en la pasividad de lo aparentemente inevitable. Giremos la manija, oxigeno fluyendo; amemos nuestra tierra, pies en la arena.



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